4.29.2006

...18 de septiembre de 1973, una semana después del golpe de estado...


La capital se veía distinta. Le pareció una ciudad torva, iracunda, amenazadora, sumamente peligrosa. Sintió miedo. Pero de nuevo tuvo la sensación de que toda la gente, además de sentirse sola, tenía miedo, de que Chile entero tenía miedo. El miedo se podía oler en el aire. Era un olor agrio, áspero, acuciante, como el olor de la dinamita.
Sentía que el mundo ya no era el mismo, los colores psicodélicos con que él lo recordaba se habían desvanecido. Ahora todo era gris, apagado, uniforme. El país se había mimetizado. Pese a que eran fiestas patrias, y que se había obligado a poner bandera en las casas y edificios públicos, la ciudad se notaba triste. En verdad, casi no se veía gente en la vía publica. De las ventanas de las casas no emergía música a todo volumen como ocurría antes, parecía que cantar estaba prohibido, que hablar en voz alta estaba prohibido, que silbar estaba prohibido. Chile se había transformado en un solo y largo regimiento donde todos se cuadraban ante todos.
Seguro que en esta primavera ni siquiera habría flores. Y si acaso llegaban a prender, prenderían rojas de sangre, negras de luto. En este país largo como un poeta alcohólico, ya no había nada bello: a la alegría la habían desaparecido, la amistad era detenida en las esquinas y el amor se moría de miedo agazapado en la clandestinidad.
Y de la misma manera en que a los cantores le habían machacado los dedos para que no tocaran sus guitarras de fuego, así mismo habían enmudecido las voces de los poetas, sus líricas voces azules llenas de barcos. Y ahora, a lo largo y ancho del territorio nacional solo se oían palabras mimetizadas, blindadas, encapotadas; palabras nunca antes oídas por los jóvenes; palabras temibles, palabras que resonaban en el cerebro como plomo machacado: “bando”, “junta militar”, “golpe de estado”, “fusilamiento”, “asilado”, “clandestinidad”, “tortura”, “desaparecido”.
Mirando la expresión de la gente en la calle, pensó consternado que, además de la libertad y la alegría, en este país se había perdido la inocencia, la ilusión de ser inmortal, la capacidad de soñar. Se había perdido la fe. Esa fe que movía a hacer lo imposible, incluso a caminar sobre las aguas. Tal vez nunca se pudo lograr. Tal vez todo no fue sino una pura ilusión. Pero intentarlo había sido hermoso.

Esa tarde una niña pregunta ¿mamá que es un golpe? “Es algo que duele y deja amoratado el lugar donde te dio”.

Hernán Rivera Letelier “Canción para caminar sobre las aguas”

4.13.2006

Fuentes inagotables de creacion


frágil..
vulnerable..
Fuerte..
llena de vida...
regalo del cielo..

Quisiera aprender de ti..

tu luchas por permanecer aqui...

no sabemos aprovechar... el privilegio
te amo pequeña sin saber quien eres..

El latir de tu corazon...
se conecta con el mio...
Eres la luz inalcanzable
una utopia que nuevamente
se escapa a lo concreto
cuando naces
nos muestras
que viniste a
destruir lo imposible....

4.08.2006

:::..Espejo de cristal..:::


Cómo escribir algo para un público que cada vez pierde más su opinión e identidad, tomamos posiciones de mudos espectadores y no hacemos nada por lo que creemos que está mal, por otro lado nos enfocamos en criticar a quienes sí se atreven a tomar decisiones, olvidando que pueden existir realidades paralelas a nuestra conciencia moral. Debemos cuestionarnos si lo planteado es un mal global, o simplemente una característica de la sociedad chilena, cualquiera sea la respuesta a esta interrogante, la fórmula para provocar un cambio, es abocarnos a nuestra realidad inmediata como nación.
Veamos nuestra actitud, vivimos evadidos de nosotros mismos, de las mas variadas formas y estilos. Es así como los adultos, están sumergidos en el mundo de las apariencias y lo que mas ansían es escalar socialmente, el motivo, lo tienen claro, la sociedad se los exige.
En la otra cara de la moneda se encuentra el mal de nuestra sociedad: los cesantes, ya sea por circunstancia o por elección, estos particulares participantes inactivos de la sociedad se caracterizan por ser la personificación de la frustración y la angustia humana. Por supuesto que asumir esto implica demasiados costos, enfrentarlo seria aceptar tu derrota en el vertiginoso “capital game”, y todos sabemos que no se aceptan perdedores en este sistema. Por lo tanto, haciendo gala de la astucia propia del ser humano, buscas la forma mas fácil para sobrevivir, de esta manera surge el tan conocido y nunca bien ponderado cahuín.
Y para cerrar el círculo vicioso se encuentra la no menos compleja situación de los jóvenes, aquellos que por tradición y costumbre casi mítica de nuestro país extremadamente liberal, no son considerados, pues carecen de ese discernimiento proféticamente inverosímil para cualquier menos de 18 años. Es factible preguntarse ¿Por qué nos tratan de esta manera? ¿Qué razones tienen para transmitirnos sus frustraciones, anular nuestros sueños, imponernos caminos de acuerdo a sus vivencias y coartar nuestra libertad de expresión?
Aunque muchas veces pensemos que es una tiránica acción de absorber nuestras vidas, la respuesta es mas sencilla, “no estas capacitado para entender y acatar que el sistema está perfectamente bien estructurado y no lo podrás cambiar jamás”.
Lo mas triste de esta situación es que hay una gran cantidad de jóvenes que creen esto y en consecuencia su máxima aspiración es ser unos frívolos escaladores sociales o unos fracasados cesantes. Frente a este alentador panorama, los jóvenes deciden cobardemente evadirse, pero hay que tener en cuenta que somos la nueva generación, traemos la revolución tecnológica, pertenecemos a la era de los cambios, lo que implica que nuestras opciones para escapar de la realidad son mayores: cahuineamos, fumamos, tomamos, nos drogamos, hasta que la situación sea insostenible, nos deprimimos, nos sentimos rechazados e incomprendidos y/o nos suicidamos.
En contraste, los que aun resisten, sumidos en un estado patético de resignación se hacen parte del sistema, es decir, contribuyen a que la situación no cambie. A pesar de todo esto, en esta palestra de desesperación aun contamos con una minoría que se automargina de la sociedad, estos son pequeños luceros de esperanza, que brillan sin importar que el mundo siga girando, y que actualmente conforman el pulmón de la humanidad.
*Cata toing!, scuter, rulos, la presi, la basshele magallanica
*La chika, piojo, poroto, cristel, cabezona, pendeja, la tia!
etc etc etc